El comienzo de la jornada: el guardián tiene miedo
Empiezo a andar sobre las 08:30 y los pirineos siguen mostrando sus cumbres nevadas, los árboles fantásticos... los caballos están muy tranquilos esta mañana y no se acercan a la valla (parece que uno de ellos tiene algún daño en una pata). Sigo por la carretera y en una curva hay un chalet precioso y un perro guardián empieza a ladrar.
Me acerco a la valla con ánimo de establecer relaciones amistosas con el noble pastor alemán. El perro retrocede, tiene miedo y ladra mientras retrocede; si yo me alejo, el se acerca, pero si me acerco, él se aleja ¡Vaya guardian de pacotilla... está muerto de miedo!
Sigo mi camino y saludo a un grupo de leñadores que están destripando troncos con un tractor que tiene un mecanismo para fraccionar cada pedazo de tronco en varios trozos. Luego a cargarlos y a la leñera... el bosque es generoso y los árboles enormes.
Más adelante me encuentro con otro perro que me ladra y me sigue a distancia. Tampoco se atreve a acercarse. Se mete en una granja de vacas y sale por el otro lado... vuelve a a seguirme ladrándome, pero sigue sin acercarse. Unos metros más adelante... vuelve a aparecer y ahora viene acompañado por otros dos mini perros... los tres como locos ladrándome y yo tratando de acercarme a ellos, dejo el palo, les hablo con cariño y no hubo manera... si me voy hacia ellos me huyen y si me alejo me siguen ladra que te ladra... ¡otros miedicas que ni en grupo se atreven a nada...!
Me acerco a la valla con ánimo de establecer relaciones amistosas con el noble pastor alemán. El perro retrocede, tiene miedo y ladra mientras retrocede; si yo me alejo, el se acerca, pero si me acerco, él se aleja ¡Vaya guardian de pacotilla... está muerto de miedo!
Sigo mi camino y saludo a un grupo de leñadores que están destripando troncos con un tractor que tiene un mecanismo para fraccionar cada pedazo de tronco en varios trozos. Luego a cargarlos y a la leñera... el bosque es generoso y los árboles enormes.
Más adelante me encuentro con otro perro que me ladra y me sigue a distancia. Tampoco se atreve a acercarse. Se mete en una granja de vacas y sale por el otro lado... vuelve a a seguirme ladrándome, pero sigue sin acercarse. Unos metros más adelante... vuelve a aparecer y ahora viene acompañado por otros dos mini perros... los tres como locos ladrándome y yo tratando de acercarme a ellos, dejo el palo, les hablo con cariño y no hubo manera... si me voy hacia ellos me huyen y si me alejo me siguen ladra que te ladra... ¡otros miedicas que ni en grupo se atreven a nada...!
El amigo vasco-francés
Sigo por esa carretera local y allá a lo lejos veo que están haciendo mini fogatas a lo largo de un camino que va de la carretera a una casa en la ladera de la montaña. Un lugar precioso, las vistas desde la casa son espectaculares. Allí veo a un hombre, el causante de las fogatas, que sigue afanándose en hacer montones de hojas. Hay que ir borrando el rastro del invierno, quemar las hojas para que la primavera muestre muy pronto todo su esplendor en el prado junto a su casa.
Llego, le saludo "Bon jour" y pronto empezamos a charlar "en español". Lucien Chabalgoity me cuenta que alli estamos en el primer pueblo vasco-francés que hay en el Camino de Santiago en Francia, en el camino del Piemont (GR78). Su pueblo en vasco se llama Eskiula, como puedo leer en su camiseta. Su casa parece que es la primera del pueblo viniendo de Oloron y por tanto, mi amigo Lucien es el primer vasco en mi camino. Me cuenta que le gusta mucho España y que el año pasado estuvo entre Granada y Almería en un pueblo en la costa, cuyo nombre no recordaba. Me pregunta si necesito algo y después de un rato de charla nos despedimos... "buen camino!"... "gracias y hasta la vista".
Unos metros después aparece el pueblo de Lucien. En la plaza de la iglesia están en obras y dos operarios sonríen claramente cuando les saludo "Bon jour, Egunon". Ya se dieron cuenta que sé que estoy en el País Vasco del Norte, como ellos dicen, y agradecen mi saludo.
Llego, le saludo "Bon jour" y pronto empezamos a charlar "en español". Lucien Chabalgoity me cuenta que alli estamos en el primer pueblo vasco-francés que hay en el Camino de Santiago en Francia, en el camino del Piemont (GR78). Su pueblo en vasco se llama Eskiula, como puedo leer en su camiseta. Su casa parece que es la primera del pueblo viniendo de Oloron y por tanto, mi amigo Lucien es el primer vasco en mi camino. Me cuenta que le gusta mucho España y que el año pasado estuvo entre Granada y Almería en un pueblo en la costa, cuyo nombre no recordaba. Me pregunta si necesito algo y después de un rato de charla nos despedimos... "buen camino!"... "gracias y hasta la vista".
Unos metros después aparece el pueblo de Lucien. En la plaza de la iglesia están en obras y dos operarios sonríen claramente cuando les saludo "Bon jour, Egunon". Ya se dieron cuenta que sé que estoy en el País Vasco del Norte, como ellos dicen, y agradecen mi saludo.
Los perros que me cuentan su secreto
Iba contento y relajado por la carretera y veo a otro miedica... este era un gallo, que estaba en el arcén picoteando en la hierba. Tan pronto me ve... sale corriendo, cruza la carretera y salta la valla de la casa cantando como un loco, los perros de esa casa (hasta 3) se ponen a ladrar como locos y las gallinas a piar; el coro de la granja pidiendo auxilio a su dueña.
No muy lejos de allí, al lado de la carretera por donde camino, hay otra casa y dos perros. Se contagian y se ponen a ladrar. Me acerco a ellos y ambos retroceden. Aunque a uno de ellos lo veo con ganas de acercarse a aceptar mis caricias. Al ruido de los ladridos sale la Mme. de la casa y me saluda en francés, le contesto desde la carretera y se produce el milagro... por fin el perro más cariñoso "un setter" se me acerca y deja que lo acaricie... ¡ya no tiene miedo, tiene a la jefa que lo protege!
Hablamos y me cuenta que ella es vasco-francesa y me pregunta si necesito algo. Le doy las gracias y vuelve a la casa. Cuando ya me estoy yendo, sale con un puñado de bombones y me los da a pesar de que me resisto un poco. Ella se vuelve a casa y yo aprovecho para poner a prueba al perro menos amigable... desenvuelvo uno de los bombones y logro que se acerque para comerlo de mi mano; a pesar de que yo lo sujeto fuertemente con dos dedos, él lo toma con sus dientes y así nos quedamos unos segundos, los dos aguantando, sin presionar demasiado, sin violencia, sin prisa y sin miedo, ni él ni yo... por fin lo suelto y el se va tan contento... había pillado cacho y yo había pagado peaje por poder llegar a conseguir el contado. El setter también tuvo su premio aunque este, al ser un perro de caza, fue mucho más nervioso y no me permitió dárselo como al otro, este por poco me muerde... sin querer, por sus ganas de llevarse el premio.
Gracias por la lección y por el cariño que me habéis mostrado los tres... y por los bombones que fueron endulzando momentos en mi camino durante los siguientes 2 ó 3 días.
El cartero y la gran comida vasca
En mi camino durante esa mañana y en la misma dirección me encuentro al coche de correos que hace el reparto por las granjas y pueblos de mi recorrido. Yo a mi ritmo por la carretera y él entrando y saliendo a izquierda y derecha por los caminos. Nos cruzamos, una, otra y muchas más veces... cada vez saludo y la sonrisa cada vez más amplia... un poco más y quedamos a tomar unas cervezas o un vino, como el que me tome cuando llegue al siguiente pueblo, cuando el reloj de la iglesia daba la 1 p.m.
Unas mesas y unas sillas a la puerta y dentro varios clientes comiendo. El camarero un señor mayor, con pinta de vasco (francés claro) y un potaje sabrosísimo... y una tortilla vasca que no pude acabarme... y el vino y el pan excelente y todo esto en manga corta y tomando el sol a la puerta mientras veía la Marieri (el ayuntamiento) y la iglesia recortándose sobre el horizonte, con los pirineos nevados al fondo...
Las caperucitas vasco-francesas y la pregunta indiscreta
Después de reponer fuerzas y descansar hay que seguir. Andando... a ver que me depara el camino. Pues unas vistas magníficas, algún ciclista con el que me cruzo y unas colmenas en la montaña junto a la carretera... y la anécdota graciosa de la jornada...
..iba yo por la carretera, con toda mi carga a cuestas cuando veo a lo lejos, en el jardín de un chalet que da a la carretera, a un grupo de teen-agers... me cruzo la carretera y me acerco a la valla para saludarlas. Bon jour, hola!.. Ellas siguen a lo suyo (están transportando leña cortada desde el jardín a dentro de la casa), pero alguna se olvida de su tarea y se pone a vacilar conmigo... y las otras, en cuanto ven la cámara de fotos, se ponen a posar para mi con los troncos en sus manos y poniendo posturitas... encantadoras las 4 chicas (2 francesas y 2 vasco-francesas), simpáticas, preciosas y llenas de vida. La más atrevida, al darse cuenta que era español me puso a prueba y a voz en grito me hizo una pregunta bastante indiscreta que su profesora de español no quiso contestarle ¿Qué es la po...? preguntaba sin parar... Y ahora ¿qué le digo yo a esta chica?
Medio en francés y medio en español empiezo a contarle lo de la gallina que cuando tiene cierta edad no se llama gallina... ella no quería saber eso, quería saber más... y le cuento que está detrás de mi equipaje que llevo colgado a la cintura, por delante.... y muchas risas y exclamaciones en francés cuando se da cuenta del significado de esa palabra... y las demás muertas de risa y... "enséñanos las fotos que has tomado"... y me pongo a grabar en vídeo a la atrevida francesita (la de la po...) y la batería se agota... ya no da para más esta divertida anécdota de "El peregrino-lobo feroz y las 4 caperucitas vasco-francesas". Muy amablemente me ponen sus nombres en la hoja de ruta (Marina, Lucia, Isabel y Nina) y me piden que no ponga las fotos en facebook ¡PROMETIDO!
Antes de irme le enseño el vídeo a la osada rubia y le pregunto si quiere que lo borré ¡lo indulto y aún lo conservo en mi cámara... nada que no pueda ver u oír cualquiera... la batería no permitió seguir con el desvarío!
Sigo y aún me queda una subida fuerte y luego la bajada empinada que invita al trote... y yo que no me reprimo, me dejo llevar, pero con cuidado, pisando firme en cada zancada...¡ recuerda que has de poner lo que te corresponda para llegar a Santiago sin caer... así lo pedí al Universo!
El final del día: Se cumple la Ley de la Atracción del Universo (abren un albergue sólo para mi)
Después de la pendiente cuesta, aparecen las primeras casas de Mauleon. Una señora en su jardín me facilita agua (se me había terminado) y me indica hacia donde está el centro del pueblo.
Llevo un papelito con el nombre de un albergue de monjes del Cluny y voy preguntando a la gente. Unos me mandan para un lado y otros para el contrario. Cuando estoy en la zona por donde debería estar no sé por donde seguir y pregunto a un señor de una floristería. Con cierta dificultad logramos entendernos y me dice que está como a una media hora de allí... y después de todo lo que llevo andado hoy... ¿otra media hora?... le digo que quiza este cerrado y sea ir para nada... él se ofrece a llevarme en su furgoneta cuando eche el cierre sobre las 7 p.m. (aún falta media hora). "OK, voy a hacer unas cosas y vuelto", le dije.
Y me fui a la peluquería a ver si conseguía hablar por teléfono con ese albergue (el teléfono que yo tenía no existía). La peluquera muy amable (y su clienta también), me facilita la guía, buscamos el teléfono y ella llama por mi... nada, un contestador... merci. Me voy a comprar pan y algo más y entro a ver la iglesia.
Sobre las siete vuelvo y allí está Francois y su mujer Daniele. Ella empieza a desenredar la madeja que me llevaba a dormir en un albergue. Consultas a la vecina de arriba de la floristería, traslado a un edificio donde había un albergue, llamadas a puertas, alguien que se asoma a una venta, llamadas por teléfono a otras personas... el amigo de Danielle que aparece para ofrecerme una cerveza (gracias Txomin) y mis historias y la señora protectora del albergue que finalmente decide venir a conocerme y a abrirme y mostrarme el albergue para que yo pueda descansar allí esa noche. Dos horas en las que un puñado de personas movieron todos los hilos para que la llave llegara y se cumpliera mi deseo. Cervezas, charla, fotos y la emoción desbordada.
GRACIAS , MUCHAS MERCIS A TODOS LOS QUE LO HICIERON POSIBLE:
Francois y Daniele, Txomin y Jeany, Marthe y otras personas que dieron pistas y sobre todo a Cristine de Fabregues que fue tan amable de venir personalmente a abrirme el albergue.
No había calefacción pero todo ese calor humano me estuvo arropando durante esa noche y muchos días más en mi camino. Si pude tomar una ducha con agua caliente ¡Otro regalo inesperado y muy placentero!
Después de la pendiente cuesta, aparecen las primeras casas de Mauleon. Una señora en su jardín me facilita agua (se me había terminado) y me indica hacia donde está el centro del pueblo.
Llevo un papelito con el nombre de un albergue de monjes del Cluny y voy preguntando a la gente. Unos me mandan para un lado y otros para el contrario. Cuando estoy en la zona por donde debería estar no sé por donde seguir y pregunto a un señor de una floristería. Con cierta dificultad logramos entendernos y me dice que está como a una media hora de allí... y después de todo lo que llevo andado hoy... ¿otra media hora?... le digo que quiza este cerrado y sea ir para nada... él se ofrece a llevarme en su furgoneta cuando eche el cierre sobre las 7 p.m. (aún falta media hora). "OK, voy a hacer unas cosas y vuelto", le dije.
Y me fui a la peluquería a ver si conseguía hablar por teléfono con ese albergue (el teléfono que yo tenía no existía). La peluquera muy amable (y su clienta también), me facilita la guía, buscamos el teléfono y ella llama por mi... nada, un contestador... merci. Me voy a comprar pan y algo más y entro a ver la iglesia.
Sobre las siete vuelvo y allí está Francois y su mujer Daniele. Ella empieza a desenredar la madeja que me llevaba a dormir en un albergue. Consultas a la vecina de arriba de la floristería, traslado a un edificio donde había un albergue, llamadas a puertas, alguien que se asoma a una venta, llamadas por teléfono a otras personas... el amigo de Danielle que aparece para ofrecerme una cerveza (gracias Txomin) y mis historias y la señora protectora del albergue que finalmente decide venir a conocerme y a abrirme y mostrarme el albergue para que yo pueda descansar allí esa noche. Dos horas en las que un puñado de personas movieron todos los hilos para que la llave llegara y se cumpliera mi deseo. Cervezas, charla, fotos y la emoción desbordada.
GRACIAS , MUCHAS MERCIS A TODOS LOS QUE LO HICIERON POSIBLE:
Francois y Daniele, Txomin y Jeany, Marthe y otras personas que dieron pistas y sobre todo a Cristine de Fabregues que fue tan amable de venir personalmente a abrirme el albergue.
No había calefacción pero todo ese calor humano me estuvo arropando durante esa noche y muchos días más en mi camino. Si pude tomar una ducha con agua caliente ¡Otro regalo inesperado y muy placentero!