La mañana
Empecé pronto, sobre las 8:15, después de despedirme de los peregrinos del albergue. Hoy quiero alejarme lo más posible de Sahagún, la tarde-noche no fue lo que yo esperaba y quiero volver a recuperar la armonía y la paz de la que he disfrutado la mayor parte de los días de mi aventura a través de las sendas del camino de Santiago.
A la hora, la disyuntiva... hay dos trayectos para seguir avanzando, una por los pueblos y otra por una calzada romana (solo un pueblo y un largo camino hasta que vuelven a juntarse ambas variantes del camino). Parece que la calzada romana es más corta y me decido a ir por ella ¡Creo que me equivoqué... solitaria, sin café y además algunos trayectos muy duros a causa de las piedras... es difícil encontrar algún sitio con terreno blando que alivie el dolor de pies!
No obstante, el trayecto fué algo más corto y la mañana era preciosa. En la calzada romana, después de comprobar que no había ningún bar abierto y que no tendría la ocasión de tomar un café con leche, a media mañana, me paro y como un poco.
Horas de caminar en soledad, tomando el sol y quitándome capas para ir más cómodo. Ya son casi las 3 p.m. y se juntan ambos caminos cuando veo un pueblo allá a lo lejos. Decepción porque no es el que esperaba sino el anterior a Reliegos... aún hay que seguir... miro el mapa de carreteras, hago mis cálculos y me preparo para seguir caminando algo más de otra hora (serán unos 6 km más).
El terreno es mucho más blando y los pies aguantan. Una curva, un cambio de rasante para pasar por debajo de las vías del tren... ya tiene que verse pronto el pueblo... ¡Pues no!, otra curva, otra subida y por fin empiezo a ver los tejado y algunos anuncios que me indican que estoy llegando. Foto a la entrada del pueblo, Simón que sale del bar para decirme que a donde voy tan deprisa, el viejo conocido argentino y el albergue. Entro, no hay nadie y subo al dormitorio. Otra situación no grata, hay polución dentro... alguien ha hecho algo no permitido. Tengo las primeras palabras con el viejo conocido y me voy al bar a ver si me relajo, descanso y como algo.
La comida y la tarde
Eusignio, un "tipo muy especial" del Bar La Torre en Reliegos, me prepara un menú excelente con carne guisada y patatas panadera... y el vino; me estiro, me relajo y como mientras S & S se divierten a mi costa... y yo le agradezco su compañía y a Eusignio su buen hacer.
Llegan otros compañeros del camino: Dominique y Bert. Damos por olvidado lo ocurrido anoche y después de tomarme un licorcito, vuelvo al albergue... a ver si me ducho y descanso. Cuando vuelvo me encuentro con que hay bastante tensión... el viejo conocido argentino, la hospitalera, el hospitalero, los recién llegados... que poca armonía hay aquí, me vuelvo al bar después de tranquilizar al hostelero. En el bar me quedo un rato escuchando la bonita música que nos ofrece Eusignio... y tomo la decisión de irme... me acerco al albergue, cargo con mis cosas y me largo al siguiente pueblo: Mansilla de las Mulas.
Una hora y poco más tarde llego y busco un albergue... allí vuelvo a encontrarme con tensiones y finalmente me voy al hostal donde descanso, me ducho, me relajo, veo el futbol y duermo profundamente hasta el amanecer. Por fin encuentro la armonía... hoy sólo, no había otra alternativa.
Nueve peregrinos, tres hospitaleros, muchas tensiones, un tipo muy especial "Eusignio" y alguien más... muchas historias entrecruzadas y situaciones que me hacen meditar...
No es momento ni lugar para explicar con detalle todo lo que pasó esa tarde, pero seguramente en mi libro sobre esta aventura, habrá un capitulo extenso donde recogeré mi visión personal sobre todos y cada uno de los protagonistas del día y sobre las situaciones que surgen a lo largo del camino.
No es momento ni lugar para explicar con detalle todo lo que pasó esa tarde, pero seguramente en mi libro sobre esta aventura, habrá un capitulo extenso donde recogeré mi visión personal sobre todos y cada uno de los protagonistas del día y sobre las situaciones que surgen a lo largo del camino.